Con la llegada de la primavera, los viñedos de Castelo de Medina se transforman, la vid rompe su silencio invernal y anuncia el inicio de un nuevo ciclo vegetativo, comienza la brotación. Las primeras señales son discretas, casi tímidas, una yema que se hincha, un brote que se asoma. Pero es en cuestión de días, cuando los sarmientos comienzan a cubrirse de un verde vibrante, como si despertaran con la memoria intacta de primaveras pasadas.
El desborre, es el nombre que recibe el inicio de la brotación, comienza en la punta de los sarmientos podados y avanza hacia la base. No todas las yemas brotan a la vez, primero lo hacen las de los extremos, y más tarde, las situadas en el tronco o la base de la vid.
Este renacer no es solo un fenómeno natural, es también un lenguaje que desde nuestra bodega sabemos leer con mucha exactitud. Este momento marca el ritmo vital del viñedo, con la brotación inauguramos el calendario biológico de la vid, y con él se define buena parte del destino de nuestra añada. El vigor de los pámpanos, el equilibrio de la planta, la arquitectura de los futuros racimos, todo comienza aquí.
Desde la bodega, observamos esta fase con una mezcla de conocimiento técnico y sensibilidad. Cada cepa, cada parcela, exige un seguimiento específico. Intervenimos con precisión, solo cuando es necesario, respetando el equilibrio natural del viñedo. Sabemos que en esta fase tan importante se definirá el futuro de nuestro vino, que acabará culminando en racimos capaces de expresar con nobleza la identidad del terruño de la finca.
Aunque este año, la brotación ha llegado de manera inusualmente adelantada, tras las abundantes lluvias de marzo y abril, junto con las altas temperaturas registradas en los últimos días, han favorecido a un desarrollo temprano del viñedo. Cabe destacar, que este adelanto en el ciclo vegetativo puede traer consigo ciertos riesgos, especialmente las heladas tardías que pueden darse en esta época del año.
Sin embargo, muchas de nuestras parcelas se encuentran protegidas por pinares cercanos, lo que pueden actuar como una barrera natural frente a las heladas. Estos árboles actúan como un escudo, mitigando los efectos del frío y asegurando que las viñas sigan su curso sin grandes contratiempos, brindando en una protección crucial en este momento tan delicado del ciclo.
Así, la brotación en Castelo de Medina no solo representa el inicio de un nuevo ciclo biológico, sino también un compromiso renovado con nuestra tierra y nuestro vino. Es un momento clave en el que todo comienza a definirse, y nosotros lo observamos con atención, conscientes de que cada detalle puede ser decisivo. Con los primeros brotes, la viña vuelve a ponerse en marcha y su ciclo vital se renueva una vez más.